Disfunción eréctil por ansiedad: Mecanismo y soluciones

Una de las principales causas de la disfunción eréctil es el padecimiento de ansiedad por parte del individuo que la sufre. Resulta especialmente frecuente cuando el sujeto tiene menos de 40 años y sufre disfunción eréctil temprana. Pero esto no significa que la ansiedad no sea una de las causas de impotencia a otras edades más avanzadas.

De hecho, las disfunción eréctil por ansiedad es cada vez más común y forma parte de la llamada disfunción eréctil psicógena, es decir, aquella que se da debido a causas psicológicas. El ritmo de vida que lleva la sociedad actual, donde el estrés campa a sus anchas, puede haber contribuido a un aumento de esta condición. A continuación te exponemos las dos formas en las que puede presentarse, si bien la primera puede evolucionar hacia la segunda.

Impotencia debida al estrés o ansiedad generalizada

Si en la vida estás pasando por un tramo de alto estrés o has desarrollado ansiedad generalizada o crónica debido a un determinado cúmulo de factores, te hallas en el punto de mira de esta disfunción. Este estrés podrá reflejarse en tus relaciones sexuales. Los seres humanos tenemos un sistema nervioso limitado. El sistema nervioso es el encargado de procesar los estímulos del exterior y del interior de nuestro organismo, de responder ante ellos, de dar órdenes a nuestro cuerpo para que actúe de una forma o de otra y, en definitiva, de hacer que nuestro cuerpo funcione.

Hace miles de años, nuestros ancestros, al igual los demás animales de hoy en día, sentían ansiedad y estrés ante situaciones de posible peligro. Por ejemplo, cuando una cebra ve un león a lo lejos, tensará sus músculos, acumulará la sangre en las extremidades para poder correr mejor, vaciará la vejiga y los intestinos para perder peso inútil y su atención se focalizará exclusivamente en el león. Esto se debe a que el león constituye una amenaza y el objetivo principal de un ser vivo es sobrevivir, por lo que el estado de ansiedad de la cebra ante esa amenaza percibida la ayudará a prepararse para escapar y salir ilesa.

Pareja en la playa en invierno

Nosotros, como humanos, hemos evolucionado, fundamentalmente a nivel social. Si bien ahora vivimos en comunidades extremadamente complejas y nuestra vida salvaje ha quedado bien atrás, nuestro cuerpo no ha evolucionado tanto como querríamos. Seguimos conservando ese sistema nervioso que responde ante posibles amenazas. Las amenazas del hoy en día son los informes en el trabajo, los horarios que deben cumplirse a rajatabla, la posibilidad de fracaso, las críticas de los demás, las obligaciones y compromisos diarios, la salud de los nuestros, los imprevistos y un millón de cosas más. Ante ellas nos ponemos ansiosos porque las percibimos como amenazas a nuestra integridad, hasta el punto de que, si son muchas, nos estresamos y bloqueamos.

La clave es que si tenemos a nuestro sistema nervioso pendiente de todo aquello que percibimos como una amenaza, tendremos la atención centrada en un sinfín de preocupaciones. Nuestro sistema nervioso es, a su vez, el encargado dar inicio a los procesos que desencadenan la erección y que permiten que nos centremos en lo que estemos haciendo, en este caso, el acto sexual. Si tenemos todos nuestros recursos ocupados con el estrés o ansiedad crónica, entonces, como es lógico, no podremos encargarnos de un acto sexual.

Por ello, ante estos casos conviene acudir rápidamente a un psicólogo, en especial, sexólogo. El estrés y el hecho de que nuestra atención esté centrada en todo lo que percibimos como problemas o amenazas pueden incluso llevarnos, además de a la disfunción eréctil, a la pérdida de apetito sexual y a la eyaculación precoz. Con el psicólogo podremos llevar a cabo terapias de relajación con un alto índice de éxito en la reducción de la ansiedad, una organización de nuestra agenda y una re-estructuración que nos permitirá ver nuestra situación de una forma realista, pues conviene tener en cuenta que mucha gente se halla tan estresada que puede llegar a percibir como una amenaza el hecho de que el niño tenga que estar a las 9 en la escuela.

Además, como consejos le recomendamos:

  • Intenta empezar a organizar la agenda tú mismo.
  • No quieras abarcar demasiado.
  • Intenta dedicar una hora al día a hacer ejercicio.
  • A partir de cierta hora, aprende a no hacer nada (p.ej. a partir de las 9 de la noche).
  • Intenta reducir los hidratos de carbono consumidos y bebidas con cafeína o teína.

Problemas de erección por ansiedad relacionada con el coito

En otras ocasiones la disfunción eréctil se da por condicionamientos, pensamientos y creencias que tiene la persona a la hora del coito. Abusos sexuales anteriores, una educación sexual pobre, creencias negativas sobre la sexualidad o malas experiencias pasadas pueden llevar a ver el acto sexual como esas amenazas de las que hablábamos en el punto anterior.

En consecuencia, el sistema nervioso, al percibirlo como una amenaza, no buscará la erección, pues sería contra-adaptativo. El sistema nervioso buscará la huida. Y para la huida, como hemos comentado antes, se precisa de ansiedad. Así que de nuevo, nos encontraremos con una incapacidad para la erección ante la presencia de ansiedad.

En estos casos, además, podemos encontrar como el estrés o ansiedad generalizada evolucionan a una ansiedad centrada en el coito. Es decir, muchas veces, el hombre se obsesiona con no poder tener una disfunción eréctil a pesar de que esta se deba a causas indirectas, como el estrés en su vida; o físicas, como falta de testosterona. Independientemente de que lo físico esté curado, a veces psicológicamente el hombre siente inseguridad, falta de confianza y, fundamentalmente, miedo a la posibilidad de sufrir, de nuevo, disfunción eréctil. Así, nos encontraríamos nuevamente en un caso de disfunción eréctil por ansiedad.

Se recomienda ir al psicólogo (sexólogo) para que el individuo tenga una visión realista de su problema sexual y de la existencia de una obsesión injustificada. Debe entender que no es único en su condición, así como el mecanismo subyacente a lo ocurrido. En especial, en estos casos, conviene que su pareja se involucre de lleno en la terapia, para ayudarle a recuperar confianza y seguridad en sí mismo, para que no se sienta indefenso y para explicarle que sus sentimientos por él no cambiarán a causa de ese pequeño bache. Al final, todo se reduce a que el sujeto deje de percibir amenazas donde, verdaderamente, no las hay.

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